Hablar de Francisco de Goya y Lucientes es adentrarse en la vida de uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos. Su capacidad para reflejar el alma humana, su evolución artística y su mirada crítica hacia la sociedad y el poder lo convierten en una figura irrepetible.
Desde su humilde nacimiento en Fuendetodos, un pequeño pueblo de Zaragoza, hasta convertirse en el pintor oficial de la corte y en precursor del arte moderno, su trayectoria está marcada por obras que han quedado grabadas en la historia. Muchas de esas principales obras de Goya no solo reflejan su genio, sino también los cambios sociales, políticos y personales que vivió intensamente.
Orígenes, formación y primeros trabajos de Goya
Antes de convertirse en referente mundial del arte, Goya fue un niño aragonés con talento e inquietudes que pronto despertaron la atención de quienes lo rodeaban. Esta primera etapa de su vida fue determinante para forjar tanto su carácter como su estilo pictórico.
Infancia en Fuendetodos y primeros pasos en el arte (1746–1763)
Francisco de Goya nació el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos, un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza. Su familia era de condición modesta: su padre, José Benito de Goya, era dorador, y su madre, Gracia Lucientes, pertenecía a una familia de hidalgos venida a menos.
Poco después de su nacimiento, la familia se trasladó a Zaragoza, donde Goya inició su formación en dibujo con José Luzán, un artista que seguía los cánones del barroco tardío. A los 14 años, Goya ya copiaba obras de maestros antiguos y mostraba un talento notable para la composición.
Esta etapa rural y temprana marcó profundamente su sensibilidad, y más adelante se reflejaría en su interés por representar la vida popular y costumbrista.
PONER FOTO DE UNA FUENDETODOS o DE LA CASA NATAL

Hoy en día, la Casa Natal de Francisco de Goya puede visitarse en Fuendetodos, conservando el estilo y el ambiente original del siglo XVIII. Este espacio permite a los visitantes conocer de cerca el entorno que vio nacer al genio y adentrarse en su historia desde sus raíces.
Formación académica y viaje a Italia (1763–1775)
Consciente de la necesidad de ampliar horizontes, Goya intentó varias veces ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, aunque sin éxito inicial. Esto no lo desanimó. Entre 1769 y 1771, emprendió un viaje a Italia por cuenta propia para perfeccionar su técnica y estudiar a los grandes maestros renacentistas y barrocos.
Durante su estancia en Roma participó en concursos y conoció la escultura clásica y la pintura monumental. En 1771 ganó un premio en Parma por un cuadro religioso, prueba de su progreso.
A su regreso, fue contratado para decorar la Basílica del Pilar de Zaragoza, una de sus primeras grandes obras públicas. Sus frescos ya mostraban una pincelada más suelta, con mayor naturalismo, alejándose del academicismo dominante.
Regreso a España y consolidación como artista (1775–1786)
En esta década, Goya comenzó a recibir encargos importantes. Gracias a su cuñado, Francisco Bayeu, entró a trabajar en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, donde elaboró más de 60 cartones para tapices. Estas obras retrataban escenas de la vida cotidiana con frescura, colorido y dinamismo.
Su estilo comenzó a madurar, acercándose a una pintura más viva y conectada con el pueblo, aunque aún lejos de la oscuridad que marcaría su obra posterior.
Además, durante este periodo, contrajo matrimonio con Josefa Bayeu, hermana de su mentor. La vida familiar y su integración en círculos artísticos de Madrid fueron clave para su ascenso profesional.
Goya en la corte y su madurez artística
Los siguientes años marcaron la transformación de Goya en un pintor de renombre. Su relación con la realeza y la aristocracia lo situó en el centro del poder, aunque su visión del mismo siempre fue ambigua, crítica y lúcida.
El pintor de la corte y su ascenso en Madrid (1786–1793)
En 1786, Goya fue nombrado pintor del rey Carlos III, y más tarde, Primer Pintor de Cámara bajo el reinado de Carlos IV. Este cargo lo convirtió en uno de los artistas más importantes de la corte.
Durante estos años, realizó retratos de la nobleza y la familia real, como el célebre cuadro La familia de Carlos IV (1800), en el que aplicó una mirada casi antropológica a sus personajes, mostrando sin ornamentos ni idealización los rostros del poder.
Además de los retratos, Goya pintó obras religiosas, retratos de intelectuales como Jovellanos y Moratín, y escenas alegóricas. Aunque trabajaba para el poder, su obra nunca fue complaciente, y siempre ofrecía una lectura paralela más crítica.

La enfermedad y el cambio en su visión artística (1793–1808)
En 1793, Goya sufrió una enfermedad desconocida —posiblemente neurosífilis o una intoxicación por plomo— que lo dejó sordo de forma permanente. Este hecho cambió radicalmente su carácter y su pintura.
Aislado del bullicio de la corte, comenzó a interesarse más por temas personales, simbólicos y sociales. Nacieron entonces obras como Los Caprichos (1799), una serie de grabados donde denunció la ignorancia, la corrupción, el fanatismo religioso y la miseria humana.
Este periodo marcó un giro decisivo en su evolución artística, con un estilo más expresivo, una mirada más crítica y una técnica cada vez más libre, características que se consolidaron en los años posteriores.
Guerra, crítica social y pinturas negras de Goya
La etapa más oscura de la biografía de Francisco de Goya coincide con uno de los periodos más trágicos de la historia de España: la invasión napoleónica y la posterior Guerra de la Independencia.
Goya y la Guerra de la Independencia (1808–1814)
Goya vivió en Madrid durante la guerra y fue testigo de las atrocidades cometidas tanto por las tropas francesas como por los guerrilleros españoles. Esta experiencia le llevó a realizar algunas de las obras más impactantes de la historia del arte.
Entre ellas destacan:
- Los Desastres de la Guerra, una serie de grabados que documentan la barbarie sin tomar partido, mostrando el sufrimiento humano con una crudeza sin precedentes.
- El 3 de mayo de 1808, un cuadro icónico donde plasma la ejecución de civiles españoles a manos de soldados franceses. La figura del hombre con los brazos en cruz, iluminado como un mártir, se ha convertido en símbolo universal contra la violencia.
Estas obras no fueron publicadas hasta muchos años después, por su fuerte carga política. Goya optó por el silencio público y la denuncia privada, utilizando el arte como herramienta de testimonio.
PONER FOTO DE UNA OBRA

Retiro, Pinturas Negras y su etapa más introspectiva (1814–1824)
Al finalizar la guerra y con el retorno del absolutismo, Goya se retiró a una casa en las afueras de Madrid, conocida como la Quinta del Sordo. Allí, ya alejado de la vida cortesana, pintó directamente sobre las paredes de su vivienda una serie de murales conocidos como las Pinturas Negras.
Estas obras representan un universo inquietante, lleno de locura, brujería, violencia y desesperación. Algunas de las más famosas son:
- Saturno devorando a su hijo, un símbolo brutal del poder que destruye a sus descendientes.
- El aquelarre, donde critica las supersticiones y el fanatismo.
Estas pinturas no estaban destinadas a ser vistas por el público. Eran una forma de exorcizar sus propios miedos, su desencanto con la humanidad y su deteriorada salud mental.
Goya, en esta etapa, se convierte en un artista moderno, libre, capaz de expresarse sin filtros ni ataduras.
Últimos años de vida de Goya
La última etapa de su vida fue tranquila en apariencia, pero intensa en producción artística. Goya siguió creando hasta el final, adaptándose incluso a las nuevas técnicas litográficas.
Exilio en Burdeos y últimos años de la vida de Goya (1824–1828)
En 1824, Goya decidió abandonar España de forma voluntaria. Se instaló en Burdeos, Francia, donde vivió sus últimos años rodeado de un pequeño círculo de amigos y familiares. A pesar de su edad avanzada, siguió dibujando, pintando y experimentando con nuevas técnicas, como la litografía.
Una de sus últimas obras destacadas es La lechera de Burdeos, que sorprende por su luminosidad y optimismo, muy alejada del tono sombrío de las Pinturas Negras. Esto demuestra que, incluso en sus últimos días, Goya conservó su espíritu innovador.
Falleció el 16 de abril de 1828, a los 82 años, cerrando una etapa marcada por la introspección, la libertad creativa y la serenidad que caracteriza sus últimos años de vida. Sus restos fueron trasladados años más tarde a Madrid, pero su alma, su arte y su memoria permanecen en Fuendetodos.
Fuendetodos: El legado inmortal de Francisco de Goya
Fuendetodos, lugar de nacimiento de Francisco de Goya, sigue siendo hoy el escenario donde se respira el origen de uno de los mayores genios del arte universal. En sus calles, en su entorno y en su memoria viva, es posible comprender la raíz popular y crítica de su obra. Su impacto artístico sigue vigente, y su influencia en los artistas contemporáneos demuestra que su legado continúa inspirando a nuevas generaciones.
Desde el Ayuntamiento, trabajamos para que su herencia no solo se conserve, sino que se viva de forma activa: a través de la Casa Natal de Goya, el Museo del Grabado, rutas culturales, exposiciones y actividades abiertas a todos los públicos
Invitamos a quienes admiran a Goya a descubrir Fuendetodos en persona. Visitar el pueblo, recorrer sus espacios y contemplar de cerca sus grabados permite mirar el arte con los ojos del propio Goya. Y eso, hoy, sigue siendo tan emocionante como en su tiempo.