Francisco de Goya es una de las figuras más influyentes de la historia del arte. Su producción pictórica abarca desde retratos cortesanos hasta escenas de guerra y estampas de pesadilla, pero ninguna de sus obras es tan enigmática, oscura y sobrecogedora como las Pinturas Negras.
Realizadas entre 1819 y 1823, estas pinturas reflejan un período de crisis personal, social y política. Son imágenes que no estaban pensadas para la exhibición pública, lo que las hace aún más inquietantes. En ellas, Goya plasmó sus miedos, sus pesadillas y su desencanto con la humanidad.
El contexto histórico de las Pinturas Negras de Goya
Las Pinturas Negras marcaron una ruptura en la obra de Goya, reflejando un estilo más oscuro y caótico. A principios del siglo XIX, España vivía una profunda inestabilidad tras la Guerra de Independencia (1808-1814). La vuelta de Fernando VII trajo consigo una política de represión y censura, generando un clima de miedo. Goya, testigo de la brutalidad de la guerra y la injusticia del poder, quedó profundamente desencantado. Su arte pasó de la luminosidad a la desesperanza, plasmando una visión amarga de la sociedad.
A esta crisis social se sumó su propio deterioro físico y emocional. Desde 1793, una sordera irreversible lo aisló del mundo y acentuó su carácter melancólico. En 1819, compró La Quinta del Sordo, donde se refugió en soledad y pintó las Pinturas Negras. Estas obras, plasmadas directamente en las paredes de su casa, reflejan sus miedos más profundos. A través de escenas sombrías y personajes deformes, Goya transmitió angustia, desesperanza y un desencanto absoluto con la humanidad.
Las obras de las Pinturas Negras y su significado
Las Pinturas Negras están formadas por catorce obras que, aunque distintas entre sí, comparten un ambiente opresivo y angustiante. En ellas, Goya representa una visión oscura y desencantada del mundo, con imágenes llenas de violencia, irracionalidad y pesimismo.
Saturno devorando a su hijo
Sin duda, la obra más impactante y conocida de la serie. En esta pintura, Goya representa a Saturno, el titán de la mitología romana, devorando a uno de sus hijos en un acto de desesperación y brutalidad. Según la leyenda, una profecía predijo que uno de sus descendientes lo destronaría, por lo que Saturno, temeroso de su destino, los devoraba al nacer.
A diferencia de otras representaciones mitológicas, donde Saturno aparece como una figura majestuosa, Goya lo muestra desquiciado, con los ojos desorbitados y las manos manchadas de sangre. La criatura que devora no parece un niño, sino un cuerpo adulto, lo que acentúa el horror de la escena. Los tonos oscuros del fondo y la iluminación tenue refuerzan la sensación de locura y desesperación.
Las interpretaciones de la obra son diversas. Algunos ven en ella una crítica al poder absoluto, donde Saturno representa a monarcas como Fernando VII, que destruyen a su propio pueblo para mantener el control. Otros creen que refleja el miedo de Goya a la vejez y la demencia, proyectando en Saturno su propio temor a la decadencia. También puede entenderse como una metáfora del destino inevitable, donde, a pesar de sus esfuerzos, Saturno no puede escapar de la profecía, reflejando la visión pesimista del pintor sobre la vida y el sufrimiento humano.
El aquelarre
Una escena inquietante de brujería y superstición, donde un macho cabrío, símbolo del diablo, preside un aquelarre rodeado de mujeres de aspecto aterrador. En la España de la época, la creencia en brujas seguía muy arraigada, y la Inquisición perseguía con dureza a quienes eran acusados de prácticas satánicas. Goya ya había abordado este tema en su serie de grabados Los Caprichos, donde denunciaba la ignorancia y el fanatismo que dominaban la sociedad.
Aquí, el ambiente es asfixiante y macabro. Las figuras aparecen deformes, con rostros cadavéricos y expresiones de éxtasis o terror, sumergidas en un ritual que parece carente de sentido. La presencia del macho cabrío, con su postura hierática y mirada fija, refuerza la sensación de inquietud.
Las interpretaciones de la obra son variadas. Algunos creen que es una crítica a la superstición, mostrando lo absurdo de estos ritos y la facilidad con la que la gente caía en el engaño. Otros ven una representación del fanatismo, donde no se trata solo de brujería, sino de la locura colectiva y la irracionalidad de las masas. También puede interpretarse como un reflejo de la opresión y el miedo, una metáfora de cómo la Inquisición y el poder político utilizaban el terror para controlar a la población.

Duelos a garrotazos
Dos hombres, semienterrados en la tierra, se golpean brutalmente con garrotes en una escena de violencia absurda y sin escapatoria. A primera vista, parece un duelo entre campesinos, pero la forma en que sus piernas desaparecen en la tierra sugiere algo más trágico: no están sobre el suelo, sino atrapados en él, condenados a luchar hasta el final sin posibilidad de huida. El fondo, vacío y opresivo, refuerza la sensación de fatalidad, eliminando cualquier referencia de espacio o tiempo, como si la escena pudiera repetirse eternamente.
Las interpretaciones de esta obra son diversas. Muchos la ven como una metáfora de la división en España, reflejando los enfrentamientos entre liberales y absolutistas en la época de Goya, una lucha fratricida sin vencedores ni esperanza. Otros la interpretan como un símbolo del ciclo de violencia sin fin, donde los protagonistas, lejos de buscar una solución, están atrapados en una pelea interminable. También se ha asociado con la Guerra de Independencia Española, una contienda que enfrentó a los propios españoles y dejó un país sumido en el caos y la destrucción.
Perro semihundido
De todas las Pinturas Negras, esta es la más enigmática y abstracta. En la composición, un perro aparece en la parte inferior del cuadro, con la cabeza inclinada hacia arriba, como si mirara algo fuera de nuestra vista. El resto del lienzo está dominado por una masa oscura e indefinida, sin referencias espaciales claras. La sencillez de la imagen y su vacío abrumador generan una sensación de aislamiento y desesperanza, transmitiendo una emoción más sutil, pero igualmente inquietante.
El perro parece hundirse o estar atrapado, con una expresión de angustia y resignación. A diferencia de otras pinturas de la serie, aquí no hay violencia explícita, sino una profunda sensación de soledad y abandono.
Las interpretaciones son diversas: algunos ven en él una metáfora de la insignificancia del ser humano frente a un destino incierto e incontrolable; otros creen que Goya, ya sordo y enfermo, plasmó en esta imagen su propia sensación de aislamiento. También se ha interpretado como una representación de la muerte inminente, donde la oscuridad que rodea al animal sugiere el olvido o el final inevitable. Su estilo minimalista y expresivo ha sido admirado por artistas modernos, anticipando movimientos como el expresionismo y el surrealismo del siglo XX.
Otras Pinturas Negras de Goya
Además de las mencionadas arriba, otras obras destacadas de la serie incluyen:
- Las paracas: Representación de las diosas del destino, con una sensación de resignación y fatalidad.
- La romería de San Isidro: Una muchedumbre avanza en la oscuridad con expresiones grotescas, en una imagen que parece reflejar la locura colectiva.
- Mujeres riendo: Dos mujeres aparecen con sonrisas siniestras, transmitiendo un sentimiento de burla cruel y cinismo.
Hoy en día,la influencia de Goya en el arte continúa siendo analizada y reinterpretada como uno de los conjuntos pictóricos más importantes de la historia del arte.
¿Cómo pintó Goya las Pinturas Negras? Técnica y materiales
Las Pinturas Negras fueron creadas de una manera inusual para la época. En lugar de utilizar lienzo, Goya pintó directamente sobre las paredes de su casa, La Quinta del Sordo, utilizando óleo al seco sobre revoque de yeso. Esto le permitió trabajar con rapidez y espontaneidad, aunque dificulta su conservación con el tiempo.
Su paleta cromática se redujo a tonos oscuros y terrosos, predominando negros, marrones, ocres y grises, con pequeños toques de color que refuerzan el dramatismo. Las pinceladas son sueltas y enérgicas, con figuras desproporcionadas y deformes, lo que crea una sensación de angustia e inestabilidad.
En 1874, más de 50 años después de la muerte de Goya, las pinturas fueron trasladadas a lienzo por el restaurador Salvador Martínez Cubells. El proceso alteró algunas de sus composiciones originales, pero permitió su conservación. Actualmente, la colección se encuentra en el Museo del Prado, donde es reconocida como una de las series más impactantes de la historia del arte
Goya y Fuendetodos: sus raíces y qué visitar
Aunque Goya pasó gran parte de su vida en Madrid y Zaragoza, su historia comienza en Fuendetodos, el pequeño pueblo zaragozano donde nació en 1746. A pesar del paso del tiempo, esta localidad sigue manteniendo viva su memoria a través de diferentes espacios dedicados a su figura. La Casa Natal de Goya, convertida en museo, permite conocer el entorno en el que creció el artista. También destaca el Museo del Grabado, donde se exhiben algunas de sus series más emblemáticas.
Fuendetodos es un lugar imprescindible para quienes desean comprender las raíces del pintor y su evolución artística. Visitar este pueblo es adentrarse en los orígenes de un genio cuya obra sigue fascinando al mundo. En su legado, y especialmente en las Pinturas Negras, queda reflejada su visión más profunda y crítica de la sociedad, un testimonio inmortal que sigue inspirando y estremeciendo a quienes lo contemplan.