Francisco de Goya y Lucientes es uno de los pintores más importantes e influyentes de la historia. Su particular estilo evolucionó desde el rococó de sus inicios hacia el romanticismo de sus últimos años, caracterizándose por incorporar las emociones a sus pinturas y grabados.
Se le considera el padre del arte moderno y es recordado muy especialmente por su uso de los tonos oscuros.
A lo largo de su vida, Goya vivió en distintos lugares de España y Europa, en los que fue dejando huellas de su magnífico talento. En este post, desde el Ayuntamiento de Fuendetodos hacemos un repaso de los lugares en los que residió el artista.
Goya en Fuendetodos
Goya nació el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos, en una casa perteneciente a su tío, Miguel Lucientes, que todavía se conserva y puede visitarse en el pueblo. En esta casa vivió Goya durante los primeros seis años de su vida.
Desgraciadamente, durante la Guerra Civil la Casa Natal de Goya fue parcialmente destruida, pero fue restaurada en 1946. Posteriormente, en 1982 fue declarada Monumento Histórico Nacional por Real Decreto.
Los padres de Goya, Braulio José Goya y Franque y Gracia de Lucientes y Salvador, tuvieron otros cinco hijos.
Su infancia en Zaragoza
El joven Goya creció en Zaragoza, donde su familia se trasladó desde Fuendetodos tras comprar una nueva casa. A los trece años, inició sus estudios artísticos en la Academia de Dibujo de Zaragoza, dirigida por José Luzán.
Estudios en Italia
No obstante, el proceso de aprendizaje de Goya fue lento y en sus inicios cosechó algunos fracasos. En 1763, se presentó al concurso de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero no obtuvo ningún premio. Volvió a intentarlo en 1766, con el objetivo de obtener una beca para estudiar en Roma, pero de nuevo no lo consiguió.
Finalmente, decidió embarcarse por su cuenta hacia Italia para estudiar por sí mismo a los maestros italianos. Como centro del mundo del arte, Italia era frecuentada por artistas de muchos países. Goya vivió allí durante dos años y en 1771 se presentó al concurso de pintura organizado por la Academia de Parma con su Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes, en el que consiguió una mención del jurado por su habilidad pictórica.
Vuelta a Zaragoza
El mismo año 1771, Goya regresó a Zaragoza y vivió unos años en casa de sus padres. Durante este periodo, realizó algunos trabajos como las pinturas murales de la capilla del palacio de Sobradiel, el fresco La adoración del nombre de Dios de la basílica del Pilar o las pinturas de la iglesia de la Cartuja del Aula Dei de Zaragoza.
Su éxito en Madrid
En julio de 1773, Goya contrajo matrimonio con Josefa Bayeu, hermana de Francisco y Ramón Bayeu, ambos pintores. La pareja vivió en Zaragoza durante un año, pero el pintor de la corte Mengs (que, a pesar de haber nacido en Dresde, se había convertido en primer pintor del rey) pidió a Goya que acudiese a Madrid para trabajar como pintor de cartones para tapices, tarea que desempeñó bajo la supervisión de su cuñado Francisco.
Aunque a Goya se le permitía conservar los bocetos iniciales de color para los tapices que diseñaba, los cartones terminados pasaban a ser propiedad del rey y decoraban las dependencias reales. Los numerosos cartones que Goya realizó no se descubrieron hasta finales del siglo XIX, almacenados en rollos en el sótano del Palacio Real de Madrid.
En el año 1780, Goya fue nombrado académico en la Academia de San Fernando de Madrid. Su cuadro de solicitud fue el Cristo crucificado. A finales de año, acompañó a su cuñado Francisco a Zaragoza para un proyecto de colaboración, que se complicó y acabó en la ruptura de su relación laboral y personal.
De regreso a Madrid, Goya aceptó un encargo real para el retablo de la Iglesia de San Francisco el Grande, obra en la que trabajó durante dos años. Posteriormente, en 1783 pintó El conde de Floridablanca y Goya, uno de sus encargos más importantes.
Así, Goya fue cosechando éxitos y ganando prestigio, hasta que en 1786 fue nombrado pintor del rey y, tras el ascenso al poder de Carlos IV en 1789, pintor de cámara del rey.
Los grabados de Goya
Fue en esta época cuando el artista comenzó a experimentar con los grabados, inicialmente para aprender de Velázquez, su maestro. Así, fue evolucionando en sus grabados hasta alcanzar el dominio de todas las técnicas de la época, como el aguafuerte, la punta seca, el buril o el aguatinta, llegando incluso a combinar varias de ellas en el mismo grabado.
Durante varios años, Goya trabajó en sus grabados hasta elaborar sus cuatro grandes series, en las que abordaba temas políticos y sociales, en ocasiones algo polémicos. La primera fue Los Caprichos, creada entre 1796 y 1798 y publicada en 1799, un total de 80 grabados en los que el pintor refleja la sociedad española de la época y sus defectos.
En el año 1808 comienza la Guerra de la Independencia contra las tropas francesas de ocupación de Napoleón Bonaparte. Estos acontecimientos se convertirán en el tema de varias obras posteriores de Goya, como los famosos cuadros El dos de mayo de 1808 en Madrid y El tres de mayo de 1808 en Madrid.
Entre 1810 y 1814, el pintor trabajó en su serie Los Desastres de la Guerra, compuesta por ochenta grabados que constituían una protesta contra la guerra y la violencia.
Ya en 1814, Fernando VII es reinstaurado en el trono español y Goya, junto con muchos otros liberales y afrancesados, estaba en peligro de cárcel. Además, la Inquisición comenzó a perseguirle por su obra La maja desnuda, considerada obscena.
Su tercera serie de grabados, La Tauromaquia, se publicó en 1816, se componía de 33 grabados y tiene un carácter más lúdico que las anteriores, ya que trata sobre la tauromaquia, a la que Goya era aficionado.
En 1819 Goya todavía permanecía en Madrid, y fue entonces cuando empezó a pintar las llamadas ‘Pinturas negras’, sobre la superficie de la pared de la casa llamada la ‘Quinta del Sordo’.
Además, entre 1816 y 1824, el pintor trabajó en su última serie de grabados: Los Disparates, que no fue publicada hasta 1864, años después de su muerte. La serie se compone de 22 grabados de temática desenfadada y algo enigmática.
En Fuendetodos se exhiben en la actualidad dos colecciones de grabados de Goya, dentro del Museo del Grabado, que se encuentra a pocos metros de la Casa Natal de Goya.
Sus últimos años en Burdeos
En 1824, Goya, todavía amenazado por la Inquisición y las poderosas facciones políticas, pidió a Fernando VII poder trasladarse a Francia alegando problemas de salud que requerían los baños medicinales de Burdeos. En un primer momento se instaló en París, pero posteriormente se trasladó definitivamente a Burdeos, junto a Leocadia Zorrilla.
En 1826, Goya regresó a España temporalmente para solicitar una pensión de jubilación al rey, y a continuación volvió a Burdeos. Durante estos años, pintó obras de carácter costumbrista, como La lechera de Burdeos, y comenzó a experimentar con la litografía, pero su salud empeoró notablemente.
La muerte de Francisco de Goya se produjo el 16 de abril de 1828, tras pasar varias semanas en un delicado estado de salud. El funeral tuvo lugar al día siguiente y fue enterrado en el cementerio de La Chartreuse de Burdeos.
Años después, los restos de Goya fueron desenterrados a petición del gobierno español y trasladados a una tumba bajo la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid.